El inspector decidiò dejar de fumar.
Despuès de ese paquete de cigarrilos, o igual, del pròximo.
Se encendiò un cigarrillo y lo apagò en seguida.
Luego se encendiò otro y se echò a reir.
En ese momento entrò a la secretaria con el correo. Y lo encontrò que se reìa solo
Lo mirò un poco extraňada, luego instintivamente se mirò el vestido, para controlar que todo estuviera bien.
El inspector se diò cuenta y esto le hizo reirse aùn màs.
Y ella lo mirò de nuevo con la mirada extraňada tìpica de quièn no entiende.
Y cuanto màs ella lo miraba, màs se reìa èl.
Y mientras se reìa el inspector recordò otra cosa que le hacìa reirse mucho.
Aquella vez cuando un compaňero suyo de clase en EGB habìa insistido para sentarse a su lado.
Este era un listillo, de esos a riesgo.
Y estaba convencido que sentarse al lado del inspector era una ventaja.
En realidad el inspector iba bien sòlo porque tenìa una tìa profesora en el mismo colegio.
Y a final de curso el inspector aprovò, mientras su compaňero de clase suspendiò.
Esto le hacìa reir.
Al final el inspector se reìa a carcajadas sin poder reprimirse. Y la secretaria lo miraba cada vez màs extraňada.
El inspector, por la risas, se cayò de la silla.
Y la secretaria estaba cada vez màs sorprendida y avergonzada
Finalmente el inspector consiguò calmarse un poco.
Trepò del suelo a la silla y tratò de recomponerse con las làgrimas en los ojos y algo de resaca de risa que le subìa por el esternòn.
La secretaria, que aùn no entendìa, se concediò llegados a ese punto otra mirada a sì misma.
Y el inspector, antes intentando reprimirse, explotò a reir de nuevo.
La secretaria se cruzò de brazos, con el correo aùn en la mano, enfrunciò el ceňo y mirò en alto, hacia el ventilador.
Necesitò un par de minutos el inspector para recuperarse.
Finalmente la secretaria pudo decirle: El correo!!!
Se lo dijo enfadada.Tirò el correo en el escritorio y se fuè hacia la puerta ofendida,
Llevando el ritmo de las nalgas con los tacones.
Y saliò dando un portazo
El inspector cogiò el correo mientras mientras aùn se secaba los ojos con el revès de la mano.
Dos facturas, luz y telèfono. Un reembolso de una factura de telèfono anterior
Que anulaba practicamente la factura apenas recibida. Una postal de un amigo.
Una carta sin sello, anònima.
La carta anònima lo amenazaba.
No la carta en sì misma.digamos que el contenido era amenazante.
Decìa que debìa ocuparse de un cierto caso.
O de lo contrario pondrìa a riesgo su vida..
El hecho es que de este caso el inspector no sabìa nada.
Algo sobre un dinero desaparecido da una caja comùn de un cìrculo.
“ Boh...”pensò el inspector.
En ese momento oyò el timbre.
De nuevo los tacones de la secretaria en movimiento
- ¿Siiii?- Dijo la secretaria.
Y despuès de un poco: - un momento.-
La secreataria abriò y entrò sin llamar en su oficina
- Estàn subiendo ciertas personas, dicen que quieren hablarle-
- Que esperen cinco minutos en la salita- dijo Ugo.
- Vale. –
Eran tres, todos con chaqueta y corbata. Uno bajo y medio calvo con espeso bigote negro, un viejo que parecìa Don Quijote y olìa a talcoy uno...callado. de esos callados que se entiende por el aspecto que son de pocas palabras.
Se saludaron y se presentaron.
- Somos los representantes y el directivo del cìrculo recreativo e instructivo....organizamos iniciativas culturales y representaciones teatrales.- dijo el gordo con bigote.
- Què bonito.-dijo el inspector, que pensaba exactamente lo contrario.
- Nuestro tesorero es una persona de màxima confianza. El mismo nos ha seňalado la falta de dinero –Dijo Don Quijote.
El callado hizo un ràpido movimiento con la cabeza.y el inspector recambiò el gesto
El gordo con bigote tomò de nuevo la palabra:
- El problema es que habìamos separado un dinero para una excursiòn social y ahora si no encontramos lo antes posible el dinero...vamos, que las cargas al interno del cìrculo han sido siempre muy codiciadas. Nosotros formamos el directivo en carga y quisièramos resolver el asunto antes de la fecha de la excursiòn.-
- ¿Y para cuàndo es esta excursiòn?
- Maňana.-Dijo Don Quijote.
- ¿Còmo maňana? –dijo el inspector.
- Le explico...-
En ese momento una piedra centrò de lleno un cristal de la ventana abierta a las espaldas del inspector, que se separò instintivamente apenas con tiempo de ver aterrizar la piedra en el escritorio delante de èl con la respectiva lluvia de cristales rotos.
El inspector se levantò de la silla y fuè a la ventana.
Viò por una fracciòn de segundo alguièn esconderse detràs de la esquina de la calle.
La secretaria entrò alarmada en la oficina: -¿què pasa?!-
Sin responderle el inspector cogiò el telèfono y marcò ràpidamente un nùmero.
- Mikè soy el inspector...-
- Inspector! ¿Què puedo hacer por usted?-
- ¿Estàs por ahì?
- Sì inspector...-
- Dà un vistazo...a tu alrededor...ya me entiendes...-
- Sì,espera. No cuelgues...-
El inspector mirò a los tres seňores con el aparato aùn en la oreja y tamborileando con la otra mano en el escritorio.
La secretaria dijo: -¿me puedo ir?-
- Sì vete tranquila-
La secretaria saliò y cerrò la puerta.
- Inspector està aquì conmigo pero...pero...-
- ¿Pero?-
- Es un viejo, inspector...-
- Tràetelo para arriba
No habìan pasado ni cinco minutos, cuando entrò Mikele, uno grande con la cara que contaba cosas y que tenìa una manona en el hombro de un anciano de aire inocuo.
Los tres en cuanto lo vieron se agitaron.
- Bien ¿Entonces? Me explicais de qué coňo se trata esta historia?- dijo el inspector.
Los tres se miraron avergonzados, entre ellos.
- Inspector, es uno de nuestros socios.- dijo Don Quijote con el tono de uno que hace revelaciones.
- ¿De verdad? –dijo el inspector.
Silencio, ninguno hablaba
- ¿Bueno quieren que juguemos una partida de cartas? -dijo el inspector-
De nuevo el gordo con bigote tomò la palabra
- Inspector creo que hemos entendido còmo han ido las cosas
- Què bien...-dijo el inspector.
El viejo delincuente se echò a reir. Los tres se le acercaron, lo rodearon e intentaron consolarlo.
Mikele se alejò del viejo, que fue abrazado a turno por los tres directivos en carga.
El gordo con bigote con los ojos rojos, se separò del grupo y se acercò al inspector.
- Inspector...por las molestias...-
Sacò del bolsillo un cheque y se lo diò al inspector
- No, no puedo aceptarlo...-
- Por favor.-insistiò el gordo de bigote
- Bueno...-dijo el inspector y cogiò el cheque
Los cuatro salieron del despacho y luego de la oficina.
Mikele que aùn estaba sorprendido por la escena, dijo:
- ¿Me puedo ir?-
- ¿Tienes algo que hacer? –le preguntò el inspector.
- Nada de especial...-
- Vete a cobrarme el cheque...son 750 euros...tràeme 600 y un vetrinista.-
- Gracias inspector.-
- Gracias a tì.- dijo el inspector.
Mikele saliendo del despacho se cruzò con la secretaria que entraba.
- ¿Què ha pasado?- dijo acercàndose al escritorio
- Boh, no lo entendì...-dijo el inspector.
La chica se sentò en el escritorio, cogiò el paquete de tabaco del inspector y encendiò dos cigarrillos, uno se lo pasò al inspector.
- hoy es un dìa extraňo-dijo.
El inspector cogiò el cigarrillo, le diò una calada y dijo sonriendo:
- Vivimos en una pelota suspendida en el espacio...
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